Las ramblas son sistemas fluviales de funcionamiento intermitente típicos de regiones con clima mediterráneo semiárido. Las plantas que la habitan se enfrentan a difíciles condiciones de vida. Deben tener capacidad para soportar encharcamientos temporales durante la época húmeda, y al mismo tiempo deben ser capaces de superar intensas sequías en verano. Además, han de poseer fuertes raíces que impidan que los torrenciales de otoño las arrastren. La flora que posee estas características y coloniza estos ambientes son la adelfa (Nerium oleander), el taraje (Tamarix sp.), caña común (Arundo donax) y la gayomba (Spartium junceum). Estas, a excepción de la caña de azucar, son especies autóctonas.                                                                                                                  

Morfológicamente, la adelfa es un arbusto con hojas alargadas de color verde intenso y espectaculares flores rosadas; el taraje, con hojas reducidas a escamitas, que dan a sus flexibles ramas un aspecto desnudo, y la gamboya o retama de olor es un arbusto de ramas alargadas en forma de látigo y pequeñas flores amarillas. 

Hoy en día, las especies autóctonas  deben competir contra la invasora caña, una especie alóctona (se encuentra en un lugar distinto al de su origen) que posee un rápido crecimiento y puede desplazar a nuestras plantas. Para su expansión la caña emite unos gruesos tallos subterráneos denominados rizomas que poseen la capacidad de dar lugar a nuevas plantas. La existencia de estos rizomas subterráneos explica la enorme dificultad para erradicar las cañas una vez instaladas en una zona. Sin embargo, actúan como cortavientos en zonas llamas, como la vega.