La Torta Real, signo de identidad de la gastronomía motrileña junto al Ron Pálido y la afamada Quisquilla, un manjar que se viene elaborando desde hace cinco generaciones a partir de una fórmula de origen árabe.
Su composición es muy sencilla: azúcar, almendras y clara de huevo. Todo montado en un curioso molde de masa y horneado a fuego medio para, posteriormente, ser bañado por una fina cubierta de merengue. Es fácil de conservar y transportar a cualquier parte.
Hasta ahora poco se conocía con certeza de la historia de este dulce. Su clara ascendencia morisca se deduce por el tipo de elaboración y los ingredientes que se han mantenido durante más de 500 años.
Un anuncio de prensa publicado en diciembre de 1854 en Granada por el periódico ‘El Eco de la Libertad’ es, hasta el momento, la referencia contrastada más antigua de la que se tiene constancia. La historia lo sitúa, no obstante, en torno a 1840 cuando al parecer comienza a denominarse Torta Real; según algunas hipótesis, debido a la intermediación del afamado motrileño Francisco Javier de Burgos en su etapa de Secretario de Estado de Fomento o, posteriormente, como Ministro de Hacienda. Aunque, como otras muchas, son sólo hipótesis. Otras historias apuntan a que su abolengo reside tras ser servida al rey Alfonso XII.