El paulatino abandono del cultivo de la caña de azúcar y la posibilidad de regar que supuso el canal de la cota 100 han hecho de la sucesión de colinas que constituyen los parajes de Minasierra, Bates y Pataura un auténtico vergel. En estas colinas existen densas plantaciones de chirimoyos (Anona cherimola) y aguacates (Persea americana), dispuestas en amplios bancales (terrazas); también es posible observar, en menor medida, ejemplares de algunas otras especies frutales poco corrientes, como el banano, el mango o el caqui (Diospyros kaki).
A partir de los años setenta fue cuando los chirimoyos y aguacates fueron extendiéndose por las pendientes con la esperanza de convertirse en oro verde. Estas plantas no habían salido hasta entonces de los jardines y sobre todo el aguacate, tenía un carácter fundamentalmente ornamental, sin que las propiedades culinarias y cosméticas de su fruto fuesen muy conocidas. 
El paisaje de esta zona, caracterizado por cultivos de frutales subtropicales, sus  recias chimeneas y restos de azucareras, acoge también fincas de recreo con casonas y jardines, construidas por la burguesía local a principios del siglo XX. De entre ellas destaca el jardín de la finca Cortijo de Santa Eulalia más conocido por Los Bates.
El Cortijo de los Bates es uno de los pocos jardines de la costa granadina, creados a finales del siglo XIX, que mantiene su trazado original y buena parte de su cubierta arbórea constituyendo un magnífico testimonio de la jardinería local. La finca de Los Bates se sitúa en un altozano sobre la vega del Guadalfeo, dominando el delta que aparece a sus pies cubierto de un denso tapiz vegetal en el que aún predomina el cultivo de la caña de azúcar y los frutales de carácter tropical.