Granada es la capital de la provincia. La ciudad se asienta sobre la confluencia de los ríos Darro y Genil, a los pies de Sierra Nevada y abriéndose a su fértil vega. Al pie de la Alhambra, su más emblemático monumento que visitan cada año más de dos millones de personas, se encuentra una ciudad repleta de animación y monumentos.
Granada es mora y cristiana. Su patrimonio, aunque claramente diferenciado, reúne el legado de ambas culturas. Enriquecida durante siglos por los árabes, los cristianos regalaron a la ciudad monumentos únicos, que reflejan su cultura a través del dominio de las artes y las ciencias.
El curso del río Darro es la arteria emblemática desde Plaza Nueva (con la Real Chancillería y la mudéjar iglesia de San Gil y Santa Ana) hasta el Paseo de los Tristes, jalonado por el Bañuelo del siglo XI, la plateresca casa del Castril, sede del Museo Arqueológico, y un reguero de edificaciones monumentales.
Frente a la Alhambra se sitúa el Albaicín, repleto de callejones tortuosos y reducto de la ciudad islámica. Fue el foco central de la ciudad de época zirí y nazarí. La cuesta del Chapiz sube desde el Darro hacia su interior; cabe destacar en esta zona la Iglesia de San Juan de los Reyes, con la torre de un alminar de una mezquita del siglo XIII, y en la parte más alta, la iglesia y el mirador de San Nicolás con unas espléndidas vistas de la Alhambra.
La Granada cristiana está representada por edificios como el Hospital Real y el Monasterio de San Jerónimo, del siglo XVI, la iglesia y hospital de San Juan de Dios, de trazas barrocas y el Sagrario. La Catedral fue iniciada con criterios góticos, continuó con planta renacentista y fue rematada con fachada barroca. Adosada a la Catedral se sitúa la Capilla Real, panteón de los Reyes Católicos, obra del gótico flamígero.
Granada es también una capital universitaria, joven y moderna. La oferta turística de Granada rebosa de cultura, entretenimiento y, cómo no, de gastronomía. Salir por el centro histórico a degustar las tapas, que se suelen ofrecer gratuitamente al pedir una bebida, es un placer para los paladares.
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