Este recorrido en BTT, corto pero intenso, nos permite conocer uno de los puntos de mayor interés paisajístico de Motril: el parque periurbano Cerro del Toro. Se trata de una ruta entretenida que, con una pendiente continua pero moderada, nos acerca poco a poco hasta este importante enclave medioambiental, puesto en valor en los últimos años.  El itinerario discurre por las cercanías del municipio y enlaza, a través de pistas de tierra, la cota 100 con la cota 200 hasta desembocar en el Parque. Durante todo el trayecto el ciclista podrá gozar de excelentes vistas de Motril y todo el litoral mientras se aproxima al emblemático e histórico Cerro del Toro. En efecto, figura inconfundible del paisaje motrileño, este promontorio rocoso cercano a la antigua carretera de Granada es un importante yacimiento arqueológico como secular asentamiento de distintas civilizaciones, atestiguado por los materiales cerámicos encontrados en su cima y laderas y datados entre los siglos VIII y XIV. La posición elevada de su cima, a 314 metros de altitud, y su carácter escarpado han hecho de este enclave situado entre valles, un lugar de indudable valor estratégico durante siglos. Se trata de un emplazamiento único, cuyo principal interés reside en la existencia de unas históricas minas de zinc –la famosa atutía- situadas al pie del Cerro, con referencias escritas del siglo IX que alaban la calidad del mineral extraído en sus galerías durante siglos e incluso hasta 1970. La visita de la cueva de las Palomas, con un interesante y moderno desarrollo museístico, es un buen complemento para esta ruta ciclista. Nos encontramos además en un lugar de gran valor ecológico, el barranco de las Provincias, en el que destaca su variada flora, con una mezcla de árboles y plantas autóctonas mediterráneas como encinas, coscojas, chaparros, gayombas, jaras o adelfas y abundantes zonas de repoblación de pino carrasco. En cuanto a la fauna cabe destacar el importante número de aves que viven o sobrevuelan la zona, más de 80 entre residentes e invernales, sobre todo numerosas rapaces, perdices, palomas o búhos.  Una sosegada visita de todo el entorno, acondicionado con puentes, miradores y zonas de recreo, nos permitirá afrontar con comodidad el descenso a Motril por una pista forestal que desemboca en otro bello mirador y, tras un par de kilómetros por carretera, llegaremos a la Nacla en donde se sitúa la restaurada ermita de San Nicolás, de finales del siglo XVIII.